Argentina: afuera del mundo. Un aporte para
revertirlo con intensivo comercio internacional.
Las relaciones exteriores de nuestro país
han estado manejadas en los últimos años
en función de las necesidades políticas
locales. Sin estrategia alguna y con rumbo
sinuoso, con conductas imprevisibles e
improvisadas. Sin alianzas sólidas, confiables
ni duraderas. Casi nadie nos cree y por eso
estamos cada vez más solos en el concierto
de las naciones. Esta propuesta podría ser
una buena base de discusión y debate, para
poder revertir tantos y continuos desaciertos.
Desde siempre, los conceptos de comercio, milicia y diplomacia han estado mezclados, sea debido a razones económicas o políticas. Pero no siempre aquellos cobraron importancia en el mismo orden descrito. Unas veces, se privilegiaron los negocios; otras, a las alianzas políticas frente a un enemigo o un competidor; y en muchas otras, a la fuerza de las armas. Claro que en todos los casos, fue la política exterior de los gobernantes la que en última instancia estimuló -o, por el contrario, bloqueó- las posibles relaciones comerciales entre dos comarcas o regiones. Por ello, creemos que como hombres de empresa nos tiene que interesar cuál o cuáles son los criterios que orientan u orientarán la política exterior del futuro gobierno, ya que hasta ahora la posición errática y oportunista del Presidente y de su Canciller, está atentando contra la optimización de nuestro comercio exterior.
Antes, queremos transmitir un breve comentario sobre la convulsa situación económica internacional que hemos vivido en las últimas semanas. Los efectos de la crisis que se ha desatado en los mercados internacionales, como consecuencia de la explosión de lo que algunos llamaron “burbuja inmobiliaria” de los EE.UU., se harán sentir en todo el mundo, aunque, con muy desigual impacto. La menor demanda de bienes y servicios en el país del norte incidirá en forma directa sobre las exportaciones europeas, así como en las de China y las del sudeste asiático, Brasil, Rusia e India. Pero, las exportaciones en general están compuestas de productos con demanda elástica e inelástica[1], por lo que algunos productos sufrirán más que otros la caída de la demanda.
A través de la historia del siglo XX, en dos oportunidades al menos, los EE.UU. lograron “exportar” sus crisis económicas. La de 1929 dio la vuelta a todo el resto del mundo el que, en general, sufrió bastante más que el coloso norteamericano. La posterior devaluación de Roosevelt junto a la actividad generada por la 2da. guerra mundial, lo hicieron emerger con todo su poder y le permitió quedarse con “todas las bolitas en juego”. El segundo caso fue el de la crisis inflacionaria de finales de la década del 60, que terminó con una importante devaluación del dólar, la eliminación del respaldo en oro para el circulante y el encarecimiento del petróleo provocado por la creación de la OPEP (crisis que afectó a EE.UU., también en menor medida que al resto del mundo).
Ahora, nuevamente, los EE.UU. han empezado a licuar las reservas de dólares de todos los países (los conocidos “bonos a 30 años”), licuación de reservas que querían evitar a toda costa el economista francés Jacques Rueff y el presidente Charles De Gaulle, en este aspecto dos campeones meramente morales. Este tremendo desequilibrio de la económicamente nefasta presidencia de Bush (h) –quien recibió un presupuesto con superávit de 300.000 millones de dólares y lo entregará con más de 800.000 millones de déficit- será pagado, en mayor medida, por el resto del mundo, una vez más. Al mejor estilo argentino, los norteamericanos gastaron a cuenta de su producción y de sus riqueza futuras, sólo que, como ellos pueden imprimir dólares, tienen capacidad para dilatar y hasta para diluir los efectos negativos de sus políticas, por lo menos hasta tanto “la gilada, aunque tarde, se de cuenta”.
Previendo esta crisis, nuestro viejo conocido Wolf Ziur –un pseudónimo que utiliza un ex-periodista y ex-diplomático europeo acreditado durante varios años en Argentina-, nos hizo llegar un estudio geopolítico del comercio internacional, que denomina “Zonas articulares del comercio mundial – Recomendaciones para Argentina”. Para poder visualizar mejor esta hipótesis de trabajo, Ziur tomó un planisferio y lo dividió en tres figuras romboidales de distinto tamaño[2], que abarcan los siguientes espacios geográficos:
1) América (con sus vértices inferior y superior en los 75º de longitud oeste);
2) Euro-áfrica (con esos mismos vértices en los 15º de longitud este; y
3) Asia-oceanía (con dichos vértices en los 115º de longitud este).
Y precisamente, en cada uno de los vértices laterales de los rombos –todos ellos a una altura de 10º de latitud norte- están ubicados los países o regiones a los que el autor llama “zonas articulares”, es decir aquellas áreas en donde están situados países o regiones que actuarían como vasos comunicantes o correas de transmisión, entre estas tres grandes superficies del planisferio.
Según su punto de vista, estas zonas nos estarían indicando los países “que importan y cuentan” –obviamente, desde el ángulo de visión argentino y su potencial comercio-, porque, sea directa o indirectamente, tienen una significación superior a la hora de elaborar una estrategia geo-económica para el país (descontando además, la imprescindible relación especial con los países limítrofes). Desde ese enfoque, por lo tanto, esas naciones “significativas” son:
1) Rombo americano, lado occidental: Chile, Perú y México;
2) Rombo americano, lado oriental: Brasil; EE.UU. y Canadá;
3) Rombo afro europeo, lado occidental: España, Noruega, Senegal y Sudáfrica;
4) Rombo afro europeo, lado oriental: Rusia, Turquía y Emiratos Arabes;
5) Rombo asia-oceánico, lado occidental: Rusia, Irán e India;
6) Rombo asia-oceánico, lado oriental: Rusia, Corea, Japón, China y Australia.
AREAS ARTICULARES PARA EL COMERCIO EXTERIOR ARGENTINO
Fuente: "El estado del mundo", 2006, Ediciones Akal, Madrid
Australia
Brasil
EE.UU.
España
Rusia
Sudáfrica
Año 2004 (Cifras redondeadas)
Población
20.000
185.000
295.000
43.000
144.000
47.000
(en miles
(en miles
(en miles
(en miles
(en miles
(en miles
de habitantes)
de habitantes)
de habitantes)
De habitantes)
de habitantes)
de habitantes)
PBI total
602.000
1.462.000
11.605.000
972.000
1.449.000
502.000
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
Crecimiento
3,2%
5,2%
4,4%
2,7%
12,1%
3,7%
Anual
anual
anual
anual
anual
Anual
PBI per cápita
29.700
8.300
39.500
23.700
10.200
10.600
(en dólares)
(en dólares)
(en dólares)
(en dólares)
(en dólares)
(en dólares)
Inversión
24,5%
19,6%
19,6%
26,6%
18,5%
16,5%
(sobre PBI)
(sobre PBI)
(sobre PBI)
(sobre PBI)
(sobre PBI)
(sobre PBI)
Importaciones
105.000
63.000
1.473.000
249.000
95.000
49.000
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
Exportaciones
87.000
97.000
811.000
185.000
184.000
49.000
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
Energía
226,4%
84,8%
154,1%
24,1%
167,4%
129,1%
(Indice de
(Consumo vs.
(Consumo vs.
(Consumo vs.
(Consumo vs.
(Consumo vs.
(Consumo vs.
cobertura)
producción)
producción)
producción)
producción)
producción)
producción)
Deuda de la
20,5%
63,8%
70,7%
48,9%
12,4%
9,0%
administración
(sobre PBI)
(sobre export.)
(sobre PBI)
(sobre PBI)
(sobre export.)
(sobre export.)
pública
Con esos 24 países –si incluimos a los limítrofes Bolivia, Paraguay y Uruguay, que no están nombrados-, deberíamos mantener según el autor, “relaciones especiales y privilegiadas”, de manera tal de poder asegurarnos un soporte geo-económico sólido, que permita, además, soportar crisis futuras o eventuales desplazamientos de la masa crítica del poder o del comercio internacional. De aquel total, Wolf Ziur considera que con 6 de ellos (marcados en negrita en la página anterior y sobre los que se aportan datos comparativos) se deberían anudar “relaciones especialísimas de intercambio y negociación”, y destaca que ellos son: Australia, Brasil, EE.UU., España, Rusia y Sudáfrica. Y, particularmente, con Rusia, país sobre el que nos brinda más abajo un mayor detalle. Veamos los fundamentos en que basa la categorización de esos países articulares:
Australia
Aunque está situado en las antípodas de Argentina, pertenece –junto a India y a los otros países del sudeste asiático- al hemisferio sur, teniendo acceso aéreo transpolar a los mismos. Debido a su ubicación, Australia conoce y tiene contactos sólidos con los distintos mercados asiáticos, lo que sin duda puede facilitar las exportaciones argentinas por su intermedio –excluyendo, naturalmente los productos competitivos- y transformarse así en la puerta de ingreso de los productos argentinos a dichos mercados.
Brasil
En 1949, la renta per cápita argentina era 400% más grande que la brasileña, aunque hoy son prácticamente iguales[3]. El principal socio del MERCOSUR tiene “mañas” proteccionistas y burocráticas muy parecidas a las argentinas, aunque con tres claras diferencias: a) un mayor tamaño de su mercado consumidor; b) un más acentuado federalismo y un mayor poder de las corporaciones empresarias; y c) un mejor perfil competitivo internacional de su industria. Wolf sostiene que si no se hace una integración en serio entre ambos países –como la practicada por España cuando ingresó a la UE-, el estancamiento argentino persistirá y, paradójicamente, su “Brasil-dependencia” será cada día mayor.
España
A su juicio, España debiera transformarse en la puerta de ingreso de las exportaciones argentinas a la UE, y aún a otros países europeos que todavía están afuera de esa unión. Más allá de desacuerdos coyunturales, la relación de Argentina con España es muy intensa (aunque no tanta como la de ella con Chile, el vecino que supo capitalizar como nadie el ejemplo español de modernización). Nos recuerda Ziur que, hace apenas 20 años, el PBI de Brasil era 3 veces el de España y hoy es de apenas, una vez y media. Los intereses españoles en Argentina son todavía muy sólidos y –si no se los daña políticamente más de lo que lo han hecho en los últimos años- pueden resultar de gran ayuda para un despegue exportador local.
Estados Unidos
Se podrá discutir si EE.UU. es o no la “locomotora” de la onda expansiva del comercio mundial que comenzara a comienzos del siglo XXI. O apoyar o disentir acerca de si una crisis interna suya perjudicará al resto de los países del orbe. Pero lo que nadie puede discutir es que ese país ha sido y seguirá siéndolo por un buen tiempo el primer actor de la economía mundial. Y sería necio o poco realista no considerarlo así. Si bien es “petróleo dependiente” del medio oriente y Venezuela, no todos saben con exactitud cuántas son las reservas de petróleo y gas –no explotadas a full por ahora- de las que dispone en su territorio, incluyendo los inmensos espacios de propiedad de la marina norteamericana[4]. Por eso, los argentinos debieran despojarse de sus sentimientos anti-yankees y buscar la manera de llegar a acuerdos cooperativos, que podrían llegar a ser altamente beneficiosos para su país y sus futuras generaciones. “Lo que es poco para ellos, seguramente, es mucho para ustedes”, sostiene Wolf Ziur.
República Sudafricana
Sudáfrica es una verdadera potencia dentro de Africa, a quienes sus vecinos acusan de “imperialismo sustituto”. No escapa por cierto, al arrastre de siglos de pobreza y al avance implacable del SIDA, que ha disminuido su expectativa de vida de 62 años en 1990, a sólo 47 años en 2004[5]. No obstante, el prestigio y el liderazgo de su ex-presidente, Nelson Mandela, unidos a la buena organización gubernamental y privada heredadas de la anterior administración “blanca”, la transforma en la puerta de entrada ideal de productos argentinos al continente africano, cuya numerosa población –aunque de muy bajo poder adquisitivo-, es consumidora de alimentos que no produce.
Rusia
Rusia es un país gigantesco que tiene unos 150 millones de habitantes y un PBI per cápita de alrededor de 10.000 dólares (la cuarta parte del de EE.UU.; la tercera parte del de Alemania, Francia, Japón o Australia; pero el triple que India y casi el doble que el de China). Tiene límites geográficos con Europa, China, Japón y, nada menos, con EE.UU. (un caso único). La mezcla de exportaciones rusas es fundamentalmente inelástica: gas, petróleo, carbón, cereales y ganado. Rusia creció un 7% anual en promedio desde su última crisis y –al igual que en Argentina- sus problemas serios son la inversión -que es inferior al 20% del PBI- y una colosal cantidad de plata negra (la que si permiten blanquear en parte -sin hacer muchas preguntas-, les puede resolver el déficit de inversión por 3 ó 4 años).
Pero además, es un gran productor de oro en cantidades poco comunes pero imprecisas. Desde siempre fue mayor productor de oro que Sudáfrica que, aproximadamente, genera alrededor de 300 toneladas al año (con producción en descenso). Por su parte, Australia, China, EE.UU., Perú y Sudáfrica producen entre 200 y 300 toneladas anuales. Repetimos, no se sabe con certeza cuántas generan los rusos. Sí e conocen las reservas internacionales de su moneda en oro: alcanzan a casi 100.000 millones de dólares.
Pero, además, Rusia dispondrá -gracias a esa producción de oro y a sus exportaciones de gas y petróleo-, de una enorme capacidad de compra para los stocks sobrantes de manufacturas europeas, chinas, indias, coreanas y japonesas que la crisis –de persistir- seguramente generará. Por otra parte, la historia mundial del oro entre 1840 y el 2000, refleja una curva con forma de “serrucho” –siempre creciente-, con ciclos de 30 años en los que se produce un nuevo punto de inflexión y un nuevo crecimiento del valor. Y los analistas auguran que en el 2008 comienza un nuevo ciclo creciente.
El oro ha jugado un papel central en la economía rusa en el siglo pasado, porque le permitió competir militarmente con los EE.UU. después de la 2da. Guerra Mundial. Rusia y Sudáfrica manejaron por años el mercado del oro y, aunque popularmente se atribuyó el derrumbe del sistema comunista soviético a la “Guerra de las Galaxias” -impulsada por Ronald Reagan-, quien realmente le dió el golpe de gracia a la economía rusa fue Richard Nixon, cuando en 1971 decidió quitar el respaldo oro al dólar: vender los 22.000 millones de dólares -de ese entonces- que estaban guardados en Fort Knox; y –con su mentor Kissinger- establecer relaciones económicas con China. Por ese entonces, la onza troy se desplomó desde más de U$S 800 que valía, a poco más de U$S 200, y Rusia se descapitalizó de liquidez en muy poco tiempo, lo que la llevó a una situación crítica. Hoy la onza está a menos de U$S 700, pero la crisis que comenzó hace unos meses y que se agudizó durante agosto, es posible que la lleve a 800, 900 ó 1.000 dólares, si no más, si ella persiste.
Si este pronóstico se cumple, Rusia tendrá un potencial de capital tal que le permitirá crecer tanto en inversiones como en consumo, sin tener al mismo tiempo grandes caídas en sus exportaciones actuales. En el presente (datos del 2004), importa bienes –anualmente- por alrededor de 100.000 millones de dólares y exporta algo menos de 200.000 millones (igual al valor de toda su deuda externa), generando un colosal superávit que si bien la perjudica en materia de inflación de precios, le permite acumular reservas más que significativas (ver cuadro anterior).
Aunque –cabe advertirlo- hay otro problema que condiciona a la economía rusa: su alto nivel de corrupción, un factor que perjudica las inversiones y no genera confianza suficiente como para afianzar alianzas comerciales sustentables. Vaya como ejemplo lo que sucede con la compañía British Petroleum, el gigante petrolero inglés –mayoritariamente propiedad del Almirantazgo británico[6]- que sólo en dos países del mundo opera con socios locales: Rusia y Argentina. Está todo dicho.
Conclusión
Agradecemos a Wolf Ziur su desinteresada propuesta que, deseamos fervientemente, fuera recogida por algunos dirigentes con conocimientos y poder de decisión. Aunque más no fuere, como una hipótesis de trabajo o como un ejercicio práctico para generar políticas alternativas. Pero algo habrá que hacer, para tratar de salir des este remolino económico en el que alternativamente estamos flotando o hundiéndonos, desde 1950.
Lamentablemente, nuestro irascible y poco comedido Presidente, dejó pasar la enorme oportunidad de hacer buenos negocios con Rusia al someter a Putin a un improvisado, innecesario y humillante desplante. Tampoco ha sido acertada nuestra relación con EE.UU., España, y es casi inexistente con Australia y Sudáfrica. Sí sostenemos, con permanentes malos entendidos, una alianza llena de incertidumbres con Brasil. Nosotros creemos que valdría la pena intentar un cambio profundo.
Agosto de 2007
[1] Se dice que la demanda de un producto es elástica cuando una variación en el precio, afecta significativamente aquélla y, viceversa, es inelástica cuando la demanda se mantiene prácticamente constante (por ejemplo, la demanda de sal).
[2] Los tres rombos tienen similar valor en su diagonal mayor -es decir, la altura-, aunque cuentan con diferente valor en la diagonal menor -o sea, el ancho-.
[3] “Kirchner favorece un mundo ilusorio”, reportaje a Eduardo Viola, Dr. en Ciencia Política argentino radicado en Brasil, en Diario Perfil, 12-08-2007, suplemento El Observador, pg.12.
[4] “La crisis mundial de la energía”, por Michel Grenon, Alianza Editorial, Madrid, 1974, pg.101.
[5] "El estado del mundo", 2006, Ediciones Akal, Madrid, pg.181.
[6] “La crisis mundial de la energía”, por Michel Grenon, Alianza Editorial, Madrid, 1974.
revertirlo con intensivo comercio internacional.
Las relaciones exteriores de nuestro país
han estado manejadas en los últimos años
en función de las necesidades políticas
locales. Sin estrategia alguna y con rumbo
sinuoso, con conductas imprevisibles e
improvisadas. Sin alianzas sólidas, confiables
ni duraderas. Casi nadie nos cree y por eso
estamos cada vez más solos en el concierto
de las naciones. Esta propuesta podría ser
una buena base de discusión y debate, para
poder revertir tantos y continuos desaciertos.
Desde siempre, los conceptos de comercio, milicia y diplomacia han estado mezclados, sea debido a razones económicas o políticas. Pero no siempre aquellos cobraron importancia en el mismo orden descrito. Unas veces, se privilegiaron los negocios; otras, a las alianzas políticas frente a un enemigo o un competidor; y en muchas otras, a la fuerza de las armas. Claro que en todos los casos, fue la política exterior de los gobernantes la que en última instancia estimuló -o, por el contrario, bloqueó- las posibles relaciones comerciales entre dos comarcas o regiones. Por ello, creemos que como hombres de empresa nos tiene que interesar cuál o cuáles son los criterios que orientan u orientarán la política exterior del futuro gobierno, ya que hasta ahora la posición errática y oportunista del Presidente y de su Canciller, está atentando contra la optimización de nuestro comercio exterior.
Antes, queremos transmitir un breve comentario sobre la convulsa situación económica internacional que hemos vivido en las últimas semanas. Los efectos de la crisis que se ha desatado en los mercados internacionales, como consecuencia de la explosión de lo que algunos llamaron “burbuja inmobiliaria” de los EE.UU., se harán sentir en todo el mundo, aunque, con muy desigual impacto. La menor demanda de bienes y servicios en el país del norte incidirá en forma directa sobre las exportaciones europeas, así como en las de China y las del sudeste asiático, Brasil, Rusia e India. Pero, las exportaciones en general están compuestas de productos con demanda elástica e inelástica[1], por lo que algunos productos sufrirán más que otros la caída de la demanda.
A través de la historia del siglo XX, en dos oportunidades al menos, los EE.UU. lograron “exportar” sus crisis económicas. La de 1929 dio la vuelta a todo el resto del mundo el que, en general, sufrió bastante más que el coloso norteamericano. La posterior devaluación de Roosevelt junto a la actividad generada por la 2da. guerra mundial, lo hicieron emerger con todo su poder y le permitió quedarse con “todas las bolitas en juego”. El segundo caso fue el de la crisis inflacionaria de finales de la década del 60, que terminó con una importante devaluación del dólar, la eliminación del respaldo en oro para el circulante y el encarecimiento del petróleo provocado por la creación de la OPEP (crisis que afectó a EE.UU., también en menor medida que al resto del mundo).
Ahora, nuevamente, los EE.UU. han empezado a licuar las reservas de dólares de todos los países (los conocidos “bonos a 30 años”), licuación de reservas que querían evitar a toda costa el economista francés Jacques Rueff y el presidente Charles De Gaulle, en este aspecto dos campeones meramente morales. Este tremendo desequilibrio de la económicamente nefasta presidencia de Bush (h) –quien recibió un presupuesto con superávit de 300.000 millones de dólares y lo entregará con más de 800.000 millones de déficit- será pagado, en mayor medida, por el resto del mundo, una vez más. Al mejor estilo argentino, los norteamericanos gastaron a cuenta de su producción y de sus riqueza futuras, sólo que, como ellos pueden imprimir dólares, tienen capacidad para dilatar y hasta para diluir los efectos negativos de sus políticas, por lo menos hasta tanto “la gilada, aunque tarde, se de cuenta”.
Previendo esta crisis, nuestro viejo conocido Wolf Ziur –un pseudónimo que utiliza un ex-periodista y ex-diplomático europeo acreditado durante varios años en Argentina-, nos hizo llegar un estudio geopolítico del comercio internacional, que denomina “Zonas articulares del comercio mundial – Recomendaciones para Argentina”. Para poder visualizar mejor esta hipótesis de trabajo, Ziur tomó un planisferio y lo dividió en tres figuras romboidales de distinto tamaño[2], que abarcan los siguientes espacios geográficos:
1) América (con sus vértices inferior y superior en los 75º de longitud oeste);
2) Euro-áfrica (con esos mismos vértices en los 15º de longitud este; y
3) Asia-oceanía (con dichos vértices en los 115º de longitud este).
Y precisamente, en cada uno de los vértices laterales de los rombos –todos ellos a una altura de 10º de latitud norte- están ubicados los países o regiones a los que el autor llama “zonas articulares”, es decir aquellas áreas en donde están situados países o regiones que actuarían como vasos comunicantes o correas de transmisión, entre estas tres grandes superficies del planisferio.
Según su punto de vista, estas zonas nos estarían indicando los países “que importan y cuentan” –obviamente, desde el ángulo de visión argentino y su potencial comercio-, porque, sea directa o indirectamente, tienen una significación superior a la hora de elaborar una estrategia geo-económica para el país (descontando además, la imprescindible relación especial con los países limítrofes). Desde ese enfoque, por lo tanto, esas naciones “significativas” son:
1) Rombo americano, lado occidental: Chile, Perú y México;
2) Rombo americano, lado oriental: Brasil; EE.UU. y Canadá;
3) Rombo afro europeo, lado occidental: España, Noruega, Senegal y Sudáfrica;
4) Rombo afro europeo, lado oriental: Rusia, Turquía y Emiratos Arabes;
5) Rombo asia-oceánico, lado occidental: Rusia, Irán e India;
6) Rombo asia-oceánico, lado oriental: Rusia, Corea, Japón, China y Australia.
AREAS ARTICULARES PARA EL COMERCIO EXTERIOR ARGENTINO
Fuente: "El estado del mundo", 2006, Ediciones Akal, Madrid
Australia
Brasil
EE.UU.
España
Rusia
Sudáfrica
Año 2004 (Cifras redondeadas)
Población
20.000
185.000
295.000
43.000
144.000
47.000
(en miles
(en miles
(en miles
(en miles
(en miles
(en miles
de habitantes)
de habitantes)
de habitantes)
De habitantes)
de habitantes)
de habitantes)
PBI total
602.000
1.462.000
11.605.000
972.000
1.449.000
502.000
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
Crecimiento
3,2%
5,2%
4,4%
2,7%
12,1%
3,7%
Anual
anual
anual
anual
anual
Anual
PBI per cápita
29.700
8.300
39.500
23.700
10.200
10.600
(en dólares)
(en dólares)
(en dólares)
(en dólares)
(en dólares)
(en dólares)
Inversión
24,5%
19,6%
19,6%
26,6%
18,5%
16,5%
(sobre PBI)
(sobre PBI)
(sobre PBI)
(sobre PBI)
(sobre PBI)
(sobre PBI)
Importaciones
105.000
63.000
1.473.000
249.000
95.000
49.000
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
Exportaciones
87.000
97.000
811.000
185.000
184.000
49.000
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
(en millones
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
de dólares)
Energía
226,4%
84,8%
154,1%
24,1%
167,4%
129,1%
(Indice de
(Consumo vs.
(Consumo vs.
(Consumo vs.
(Consumo vs.
(Consumo vs.
(Consumo vs.
cobertura)
producción)
producción)
producción)
producción)
producción)
producción)
Deuda de la
20,5%
63,8%
70,7%
48,9%
12,4%
9,0%
administración
(sobre PBI)
(sobre export.)
(sobre PBI)
(sobre PBI)
(sobre export.)
(sobre export.)
pública
Con esos 24 países –si incluimos a los limítrofes Bolivia, Paraguay y Uruguay, que no están nombrados-, deberíamos mantener según el autor, “relaciones especiales y privilegiadas”, de manera tal de poder asegurarnos un soporte geo-económico sólido, que permita, además, soportar crisis futuras o eventuales desplazamientos de la masa crítica del poder o del comercio internacional. De aquel total, Wolf Ziur considera que con 6 de ellos (marcados en negrita en la página anterior y sobre los que se aportan datos comparativos) se deberían anudar “relaciones especialísimas de intercambio y negociación”, y destaca que ellos son: Australia, Brasil, EE.UU., España, Rusia y Sudáfrica. Y, particularmente, con Rusia, país sobre el que nos brinda más abajo un mayor detalle. Veamos los fundamentos en que basa la categorización de esos países articulares:
Australia
Aunque está situado en las antípodas de Argentina, pertenece –junto a India y a los otros países del sudeste asiático- al hemisferio sur, teniendo acceso aéreo transpolar a los mismos. Debido a su ubicación, Australia conoce y tiene contactos sólidos con los distintos mercados asiáticos, lo que sin duda puede facilitar las exportaciones argentinas por su intermedio –excluyendo, naturalmente los productos competitivos- y transformarse así en la puerta de ingreso de los productos argentinos a dichos mercados.
Brasil
En 1949, la renta per cápita argentina era 400% más grande que la brasileña, aunque hoy son prácticamente iguales[3]. El principal socio del MERCOSUR tiene “mañas” proteccionistas y burocráticas muy parecidas a las argentinas, aunque con tres claras diferencias: a) un mayor tamaño de su mercado consumidor; b) un más acentuado federalismo y un mayor poder de las corporaciones empresarias; y c) un mejor perfil competitivo internacional de su industria. Wolf sostiene que si no se hace una integración en serio entre ambos países –como la practicada por España cuando ingresó a la UE-, el estancamiento argentino persistirá y, paradójicamente, su “Brasil-dependencia” será cada día mayor.
España
A su juicio, España debiera transformarse en la puerta de ingreso de las exportaciones argentinas a la UE, y aún a otros países europeos que todavía están afuera de esa unión. Más allá de desacuerdos coyunturales, la relación de Argentina con España es muy intensa (aunque no tanta como la de ella con Chile, el vecino que supo capitalizar como nadie el ejemplo español de modernización). Nos recuerda Ziur que, hace apenas 20 años, el PBI de Brasil era 3 veces el de España y hoy es de apenas, una vez y media. Los intereses españoles en Argentina son todavía muy sólidos y –si no se los daña políticamente más de lo que lo han hecho en los últimos años- pueden resultar de gran ayuda para un despegue exportador local.
Estados Unidos
Se podrá discutir si EE.UU. es o no la “locomotora” de la onda expansiva del comercio mundial que comenzara a comienzos del siglo XXI. O apoyar o disentir acerca de si una crisis interna suya perjudicará al resto de los países del orbe. Pero lo que nadie puede discutir es que ese país ha sido y seguirá siéndolo por un buen tiempo el primer actor de la economía mundial. Y sería necio o poco realista no considerarlo así. Si bien es “petróleo dependiente” del medio oriente y Venezuela, no todos saben con exactitud cuántas son las reservas de petróleo y gas –no explotadas a full por ahora- de las que dispone en su territorio, incluyendo los inmensos espacios de propiedad de la marina norteamericana[4]. Por eso, los argentinos debieran despojarse de sus sentimientos anti-yankees y buscar la manera de llegar a acuerdos cooperativos, que podrían llegar a ser altamente beneficiosos para su país y sus futuras generaciones. “Lo que es poco para ellos, seguramente, es mucho para ustedes”, sostiene Wolf Ziur.
República Sudafricana
Sudáfrica es una verdadera potencia dentro de Africa, a quienes sus vecinos acusan de “imperialismo sustituto”. No escapa por cierto, al arrastre de siglos de pobreza y al avance implacable del SIDA, que ha disminuido su expectativa de vida de 62 años en 1990, a sólo 47 años en 2004[5]. No obstante, el prestigio y el liderazgo de su ex-presidente, Nelson Mandela, unidos a la buena organización gubernamental y privada heredadas de la anterior administración “blanca”, la transforma en la puerta de entrada ideal de productos argentinos al continente africano, cuya numerosa población –aunque de muy bajo poder adquisitivo-, es consumidora de alimentos que no produce.
Rusia
Rusia es un país gigantesco que tiene unos 150 millones de habitantes y un PBI per cápita de alrededor de 10.000 dólares (la cuarta parte del de EE.UU.; la tercera parte del de Alemania, Francia, Japón o Australia; pero el triple que India y casi el doble que el de China). Tiene límites geográficos con Europa, China, Japón y, nada menos, con EE.UU. (un caso único). La mezcla de exportaciones rusas es fundamentalmente inelástica: gas, petróleo, carbón, cereales y ganado. Rusia creció un 7% anual en promedio desde su última crisis y –al igual que en Argentina- sus problemas serios son la inversión -que es inferior al 20% del PBI- y una colosal cantidad de plata negra (la que si permiten blanquear en parte -sin hacer muchas preguntas-, les puede resolver el déficit de inversión por 3 ó 4 años).
Pero además, es un gran productor de oro en cantidades poco comunes pero imprecisas. Desde siempre fue mayor productor de oro que Sudáfrica que, aproximadamente, genera alrededor de 300 toneladas al año (con producción en descenso). Por su parte, Australia, China, EE.UU., Perú y Sudáfrica producen entre 200 y 300 toneladas anuales. Repetimos, no se sabe con certeza cuántas generan los rusos. Sí e conocen las reservas internacionales de su moneda en oro: alcanzan a casi 100.000 millones de dólares.
Pero, además, Rusia dispondrá -gracias a esa producción de oro y a sus exportaciones de gas y petróleo-, de una enorme capacidad de compra para los stocks sobrantes de manufacturas europeas, chinas, indias, coreanas y japonesas que la crisis –de persistir- seguramente generará. Por otra parte, la historia mundial del oro entre 1840 y el 2000, refleja una curva con forma de “serrucho” –siempre creciente-, con ciclos de 30 años en los que se produce un nuevo punto de inflexión y un nuevo crecimiento del valor. Y los analistas auguran que en el 2008 comienza un nuevo ciclo creciente.
El oro ha jugado un papel central en la economía rusa en el siglo pasado, porque le permitió competir militarmente con los EE.UU. después de la 2da. Guerra Mundial. Rusia y Sudáfrica manejaron por años el mercado del oro y, aunque popularmente se atribuyó el derrumbe del sistema comunista soviético a la “Guerra de las Galaxias” -impulsada por Ronald Reagan-, quien realmente le dió el golpe de gracia a la economía rusa fue Richard Nixon, cuando en 1971 decidió quitar el respaldo oro al dólar: vender los 22.000 millones de dólares -de ese entonces- que estaban guardados en Fort Knox; y –con su mentor Kissinger- establecer relaciones económicas con China. Por ese entonces, la onza troy se desplomó desde más de U$S 800 que valía, a poco más de U$S 200, y Rusia se descapitalizó de liquidez en muy poco tiempo, lo que la llevó a una situación crítica. Hoy la onza está a menos de U$S 700, pero la crisis que comenzó hace unos meses y que se agudizó durante agosto, es posible que la lleve a 800, 900 ó 1.000 dólares, si no más, si ella persiste.
Si este pronóstico se cumple, Rusia tendrá un potencial de capital tal que le permitirá crecer tanto en inversiones como en consumo, sin tener al mismo tiempo grandes caídas en sus exportaciones actuales. En el presente (datos del 2004), importa bienes –anualmente- por alrededor de 100.000 millones de dólares y exporta algo menos de 200.000 millones (igual al valor de toda su deuda externa), generando un colosal superávit que si bien la perjudica en materia de inflación de precios, le permite acumular reservas más que significativas (ver cuadro anterior).
Aunque –cabe advertirlo- hay otro problema que condiciona a la economía rusa: su alto nivel de corrupción, un factor que perjudica las inversiones y no genera confianza suficiente como para afianzar alianzas comerciales sustentables. Vaya como ejemplo lo que sucede con la compañía British Petroleum, el gigante petrolero inglés –mayoritariamente propiedad del Almirantazgo británico[6]- que sólo en dos países del mundo opera con socios locales: Rusia y Argentina. Está todo dicho.
Conclusión
Agradecemos a Wolf Ziur su desinteresada propuesta que, deseamos fervientemente, fuera recogida por algunos dirigentes con conocimientos y poder de decisión. Aunque más no fuere, como una hipótesis de trabajo o como un ejercicio práctico para generar políticas alternativas. Pero algo habrá que hacer, para tratar de salir des este remolino económico en el que alternativamente estamos flotando o hundiéndonos, desde 1950.
Lamentablemente, nuestro irascible y poco comedido Presidente, dejó pasar la enorme oportunidad de hacer buenos negocios con Rusia al someter a Putin a un improvisado, innecesario y humillante desplante. Tampoco ha sido acertada nuestra relación con EE.UU., España, y es casi inexistente con Australia y Sudáfrica. Sí sostenemos, con permanentes malos entendidos, una alianza llena de incertidumbres con Brasil. Nosotros creemos que valdría la pena intentar un cambio profundo.
Agosto de 2007
[1] Se dice que la demanda de un producto es elástica cuando una variación en el precio, afecta significativamente aquélla y, viceversa, es inelástica cuando la demanda se mantiene prácticamente constante (por ejemplo, la demanda de sal).
[2] Los tres rombos tienen similar valor en su diagonal mayor -es decir, la altura-, aunque cuentan con diferente valor en la diagonal menor -o sea, el ancho-.
[3] “Kirchner favorece un mundo ilusorio”, reportaje a Eduardo Viola, Dr. en Ciencia Política argentino radicado en Brasil, en Diario Perfil, 12-08-2007, suplemento El Observador, pg.12.
[4] “La crisis mundial de la energía”, por Michel Grenon, Alianza Editorial, Madrid, 1974, pg.101.
[5] "El estado del mundo", 2006, Ediciones Akal, Madrid, pg.181.
[6] “La crisis mundial de la energía”, por Michel Grenon, Alianza Editorial, Madrid, 1974.
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